Estoy cómoda cuando camino por el cuarto sin ropa, tengo un espejo alto que puedo mover a donde yo quiera y disfruto observarme en él; escribir sobre mi cuerpo se siente muy rebelde de mi parte, como si estuviera haciendo algo malo y no quiero que me descubran pero con el paso de los años he aprendido a perderle el miedo. Puedo hablar con mayor naturalidad de él, sin embargo otros pueden percibirlo como agresivo o resultarles incómoda mi conversación y cambian de tema o me piden callarme porque están comiendo. ¿El cuerpo es tan desagradable?
Para cada persona tiene un significado diferente, últimamente para mí ha representado fortaleza, me gusta poder reclamarlo y saber que es enteramente mío, es una extensión de quien soy y me entusiasma todo lo que puedo lograr con el. Se siente bien poder bailar con él, comer, reír, respirar, mantener el balance, llorar, compartir abrazos, caricias, besos y todo lo que se me ocurra.
No entiendo cuando ni de donde nació mi idea de que el cuerpo debe ocultarse, que si uso un vestido, short, jeans pegados, blusas de tirantes o algo que lo realce pueda considerarse provocador y sienta culpa porque me observan, creyendo que soy yo quien está haciendo mal. Se que no puedo controlar lo que otros piensen de mi, por eso decidí concentrarme en lo que yo pienso de mí, entonces comencé observando y aceptando lo que veía, explorar lo que puedo hacer y sentir, también poder compartir con las personas que desee lo que he descubierto y solo en ese momento entender que me pertenece y merezco ser libre en mi propia piel.
Me gusta mi cuerpo porque es mío y de nadie más.

